OCUPACIÓN, EXILIO Y REFUGIO, LA ATROZ REALIDAD DEL PUEBLO SAHARAUI
En 2001, con motivo del 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, la Asamblea General de Naciones Unidas designó el 20 de junio como el Día Mundial de las personas refugiadas, con el fin de recordar el drama de las millones de personas desplazadas, que, recordémoslo, solo desean cumplir sus aspiraciones legítimas a vivir en una sociedad libre, justa, igualitaria, en la que poder “existir” y ejercer sus derechos fundamentales liberados del temor, de la guerra, la pobreza o la exclusión.
Entre los millones de personas desplazadas, que merecen toda nuestra solidaridad y afecto, existen quienes buscan protección y refugio como consecuencia de desastres naturales y/o guerras, conflictos más o menos “temporales” que deberían permitir el regreso a sus hogares.
Existen también, sin embargo, poblaciones refugiadas perennes, “condenadas a pena de angustia perpetua”, en palabras de Eduardo Galeano, como es el caso de los cientos de miles de refugiados y refugiadas saharauis que desde hace más de 40 años esperan a que las Naciones Unidas tengan a bien respetar y hacer cumplir su legítimo derecho a la autodeterminación.
La Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) establecida en 1991 (sí, hace ya 26 largos y duros años trascurridos en el refugio o bajo la ocupación militar marroquí, y lo que es aún peor, bajo la escalofriante indiferencia internacional) se puso en marcha con el fin de organizar la celebración de un referéndum en el que el pueblo del Sáhara Occidental elegiría entre la independencia o la integración en Marruecos, en la última colonia del continente africano.
Año tras año las Naciones Unidas prorrogan nuevamente la actividad de la MINURSO, actividad extremadamente costosa desde el punto de vista económico pero hueca y vacía pues 26 años después de su creación NO ha cumplido su función principal: organizar el referéndum acordado entre las partes y avalado por las Naciones Unidas.
Mientras tanto, en los campamentos de población refugiada saharaui en Argelia, “nuestros refugiados” viven en una situación de “emergencia dentro de la emergencia”, en condiciones de estricta subsistencia, afectados por una pertinaz insuficiencia alimentaria, denunciada tanto por el nuevo Secretario General de las Naciones Unidas como por el propio Consejo de Seguridad.
Sin embargo, no podemos olvidarlo, ni dejar de denunciarlo: la comunidad internacional con su silencio cómplice permite, cuando no alienta, la ocupación ilegal del territorio del Sáhara Occidental, origen y causa de la precaria situación humanitaria en los campamentos de población
refugiada saharaui y de la terrible situación bajo la que vive el pueblo saharaui en su propio territorio militarmente ocupado por el narco régimen feudal marroquí.
Este permanente escenario de graves violaciones a los derechos humanos y deterioro constante de la situación humanitaria de “nuestros refugiados”, inadmisible desde la perspectiva del derecho internacional, se mantiene desde hace décadas ante la doble moral del Estado Español – responsable legal y político por su condición de potencia administradora de iure- y la inacción del propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
POR NUESTROS REFUGIADOS, a favor de todas las personas desplazadas y refugiadas del mundo, y como expresión de respeto y solidaridad con África, continente que –frente a la hipocresía y mezquindad de Europa- alberga a la mayoría de las personas refugiadas del planeta, recuperamos hoy, en el día mundial de las personas refugiadas, el pensamiento Desmond Tutu, insigne pacifista sudafricano cuando recordaba que cada persona, también quienes se encuentran fuera de su país, merece el «menú completo de los derechos humanos, no sólo las migajas que alguien arroja de su mesa».
Hoy, todas y todos somos saharauis. Hoy, todas y todos somos refugiad@s. CEAS-Sáhara